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Foto del escritorInforme Central

HAN PASADO DOS AÑOS. Familias de Inti y Bryan acusan al Estado de obstaculizar proceso judicial

Quieren justicia. A dos años de las manifestaciones que derrocaron el gobierno de Manuel Merino, la herida de las familias Pintado y Sotelo no cierran. Acusan al Estado de obstaculizar el proceso judicial y prometen continuar en instancias internacionales. No importan los años, la bulla o el silencio, aseguran que seguirán batallando contra la impunidad.

Memoria. Inti Sotelo está en el corazón de su madre, padre y hermanos. Ellos aseguran que, pese a los obstáculos, no se rendirán ante la impunidad. Foto: composición Gerardo Marín/La República

“Dos años han pasado y son dos años sin justicia… Esto duele, duele un montón”, dice Luzdilan Camargo, la madre de Inti Sotelo, quien fue asesinado el 14 de noviembre del 2020, durante las manifestaciones que derrocaron a Manuel Merino. Salvador Sotelo, su esposo, asegura que ese día perdió a su hijo, y hoy siente que también pierde la esperanza en la justicia.

“Con bulla, sin bulla o en silencio, voy a seguir luchando por justicia”, dice Óscar Pintado, padre de Bryan Pintado, la primera víctima mortal de aquella fatídica jornada del 14N tras ser acribillado con 10 perdigones de plomo, los cuales impactaron en su rostro, pecho y otras partes del cuerpo.

Ellos, al igual que las familias de los más de 126 heridos que dejó la brutal represión policial durante los ocho días de protesta de noviembre del 2020, siguen esperando que los responsables sean condenados y el Estado les otorgue la reparación civil.

Sin justicia, el duelo no termina

Para la familia de Inti Sotelo, quien participó en las movilizaciones desactivando bombas lacrimógenas y recibió cuatro perdigones en el cuerpo —uno directo en el corazón—, lo que acabó con su vida, el dolor seguirá latente hasta que los responsables reciban su castigo.

Recuerdo. Han pasado dos años desde la vez que Inti Sotelo y Bryan Pintado salieron a marchar, pero no regresaron vivos a casa. Foto: AFP

“Hay dos tipos de justicia: la terrenal y la divina, y esta última, aunque lo quieran o no, tendrá que cumplirse”, advierte Pacha Sotelo, hermano de Inti, quien expresa su gran decepción por las acciones del Congreso, el Ejecutivo y el Poder Judicial.

Su hemana, Killa, refiere que su “duelo sigue, no ha culminado”, pero se mantiene fuerte por su familia y por la memoria de Inti. “Encontrar justicia, y lograr que sancionen a los responsables del asesinato de Inti y de las violaciones a los derechos humanos, nos dará un poco de tranquilidad porque esto sería un precedente para que otras familias no pasen lo mismo”, acota.

Óscar Pintado afirma que su corazón no descansará hasta hallar justicia para su hijo. “Cuando fui a la morgue, me paré en la puerta de la sala y abrieron la bolsa del cadáver. No necesité dar un paso más. Desde la puerta reconocí a mi hijo”, recuerda.

Cuenta que en ese momento pensó que “tendrían rápido a los responsables”, y ahora, tras dos años, entiende que la lucha contra la impunidad en nuestro país es un largo camino.

Se fueron con su patria

Cuando el Congreso vacó a Martín Vizcarra, el descontento de la población era fuerte, y miles de jóvenes salieron a protestar contra el Legislativo y la crisis política, entre ellos Inti Sotelo y Bryan Pintado. Ambos salieron a defender a su patria, sin saber que se irían con ella.

La madre de Inti recuerda el amor de su hijo por el país. “Siempre tenía una bandera en sus manos, con ella viajaba por todos lados, le gustaba la naturaleza y era alegre”, narra Luzdilan, mientras su esposo, Salvador, rememora las veces en que el menor de sus hijos le pedía permiso para ir de paseo.

“Era alegre, le gustaba ir a Caral o Pachacámac, cuidaba la naturaleza. Cuando íbamos al cerro San Cristóbal, volvíamos recogiendo cartones, plástico, y nos confundían con trabajadores de la municipalidad, pero a él no le importaba. Le gustaba llevar comida para las palomitas. Amaba a su país”, así lo describe su padre.

Killa Sotelo comenta: “A pesar de que éramos mellizos, él era más aventurero, era un ser con alma libre y siempre decía ‘vive el momento’. Llevaré su sonrisa en mi memoria”.

Pacha, el mayor de los Sotelo, rememora la vez en que quedó a cargo de la casa y cocinó arroz con pollo: “Me salió muy mal. No era algo comestible. Inti se sirvió, vi su expresión y obviamente no le gustaba, yo estaba listo para lo que él iba decir, pero él se levantó y me dijo: ‘Gracias, Pacha, estaba rico’, y se fue a dejar sus servicios. Esa era la calidad humana de mi hermano”.

El padre de Jack Bryan, Óscar Pintado, recuerda siempre a su hijo “con todo el amor del mundo”.

“Extraño sus locuras, sus travesuras. Le gustaba cantar, en su cuarto, en el baño. Iba a retomar sus estudios, pero la vida es así; hoy puedes estar con alguien y mañana ya no está contigo… Lo llevaré en mi corazón y lo voy a considerar siempre como un luchador social”, agrega mientras ve uno de los retratos de Bryan, quien al salir ese 14 de noviembre le dijo a su abuela: “Voy a defender a mi patria; si no vuelvo, me fui con ella”.

Contra la impunidad

La impotencia y frustración son las que definen el sentimiento de ambas familias, que a lo largo de dos años han tenido que soportar el blindaje político, la impunidad policial y la politización de la muerte de Inti y Bryan, quienes fueron acusados póstumamente de delincuentes o de haber sido pagados para acudir a la marcha.

“Sabemos que todo esto no es fácil, estamos luchando contra fuerzas bastante poderosas, pero igual nosotros no vamos a desistir. No dejaremos impune el asesinato de mi hermano”, asegura Killa.

“En el paso del tiempo hemos visto cómo actúan actores políticos y judiciales. Al ver que el Poder Legislativo, liderado por (el congresista) Cavero, archivó el informe, supimos que ya no hay una búsqueda de la verdad, sino una búsqueda de impunidad. Y eso nos duele”, sentencia Pacha, quien reafirma que lo último que hará su familia será rendirse.

Por su parte, Óscar Pintado asevera que durante estos dos años solo ha sentido obstaculizaciones para que las familias accedan a la justicia. “Sabemos cómo terminó la denuncia constitucional contra Merino y compañía, los blindaron en el Congreso porque Cavero retiró información valiosa”. Y agrega: “Esto no ha quedado acá”, ratificando que seguirá luchando contra la impunidad.

Perú, violador de derechos humanos

De acuerdo con la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, en las dos últimas décadas, más de 160 personas han muerto durante protestas sociales por enfrentamientos con efectivos de la Policía, y en ningún caso se ha sancionado a los responsables.

A esta lista se suman las muertes de Inti y Bryan. “El Perú es un violador de derechos humanos, a pesar de que somos parte de los países que respetan los derechos humanos”, sentencia Salvador.

“Hay videos en los que se escucha a los policías reclamarse entre ellos y decir: ‘Quién te ha dicho que dispares’; y en otro audio: ‘Dispara, dispara, yo te cubro’. Qué más pruebas se necesitan”, reclama.

“Si no encontramos justicia en el Perú, estas personas van a ser denunciadas en instancias internacionales”, asegura Óscar Pintado, quien señala que “en nuestro país no existen precedentes de que se haya encontrado justicia por violación a los derechos humanos”.

“Siempre en temas de derechos humanos, la justicia se ha encontrado a nivel internacional, como el caso de La Cantuta. Ha tenido que haber un fallo internacional para que recién se haga una investigación exhaustiva”, agrega.

La investigación por los asesinatos de Inti y Bryan sigue paralizada porque “no hay juzgado que quiera asumir esta responsabilidad, solo dicen que no son competentes para ver el caso”, refiere Óscar, pero “el Estado tiene el deber de respetar el derecho a la protesta porque los jóvenes o cualquier persona que salga a manifestarse tienen derecho a regresar a casa”, recalca.

Fuente: La República

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