Los problemas de salud mental entre niños y adolescentes se han disparado tras la llegada de la pandemia de Covid-19.
UNICEF (el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, por sus siglas en inglés) informó que 1 de cada 7 niños y adolescentes de 10 a 19 años tiene algún problema de salud mental diagnosticado. Es decir, el 13% de los menores han acudido a un especialista para que lo diagnostique.
“La ansiedad, los trastornos alimentarios, la depresión o las tentativas de suicidio en los más jóvenes no lo ha traído la pandemia”, aseguraba la ONG Save The Children en un informe publicado a finales de 2021. La última Encuesta Nacional de Salud de 2017 ya recogía que el 13,2% de jóvenes entre 4 y 14 años corría el riesgo de sufrir algún tipo de mala salud mental, sin embargo, “estos datos ya están desactualizados”, advierte Unicef en el Día Mundial de la Infancia. Los datos son más alarmantes este año, ya que, “cada once minutos se suicida un niño”, afirma la organización.
La pandemia de la Covid-19, el cambio climático y los conflictos bélicos como la guerra de Ucrania no han contribuido a mejorar los datos. Desde la organización aseguran que, más bien, ha sido al contrario: todos estos fenómenos han aumentado la preocupación por la salud mental de la infancia.
Al temor de contraer el virus en una pandemia como la de COVID-19, se suma el impacto de los importantes cambios en nuestra vida cotidiana provocados por los esfuerzos para contener y frenar la propagación del virus. Ante las nuevas y desafiantes realidades de distanciamiento físico, el trabajo desde el hogar, el desempleo temporal, la educación de los niños en el hogar y la falta de contacto físico con los seres queridos y amigos, es importante que cuidemos tanto nuestra salud física como mental.
La situación general en los países y sus localidades ha afectado el día a día de niños y adolescentes, pues 46% reporta tener menos motivación para realizar actividades que normalmente disfrutaba. 36% se siente menos motivada para realizar actividades habituales.
UNICEF, recuerda que todos los niños, niñas y adolescentes merecen tener una buena salud mental y bienestar emocional. Para ello, el organismo de Naciones Unidas pide más inversión que permita promover políticas públicas integrales de salud mental.
Además de la financiación, los Estados deben, explican desde la organización, reforzar el papel de los centros educativos, apoyar a las familias y promover el final del estigma y la discriminación. De esta manera, lograr normalizar el hablar de salud mental y poder pedir ayuda sin miedo a ser discriminados.
Fuente: Diario de Avisos
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